
Encuentro Ibérico de Ecoaldeas (Barcelona. 29 de Agosto-2 de Septiembre)
El otoño nos atrapará sin haber digerido todas las enseñanzas de este intenso verano. El hayedo de los mil y un ocres y amarillos nos volverá a sorprender sin haber podido aún procesar tanto aprendizaje. En realidad cada una de las personas del Encuentro Ibérico de Ecoaldeas era un aprendizaje, un testimonio de creatividad, de voluntad, de compromiso y honestidad. Cuando se juntan más de 300 participantes con todos sus testimonios, sus sueños, sus mimbres, sus barros a cuestas…, puede ocurrir lo más imprevisible, lo más grande. Pero es que además aconteció en una masía situada en una colina frente a Montserrat, a la vera de una sagrada montaña que funge como centro espiritual planetario, pero es que además los organizadores/as de Amalurra se dieron por entero y el discurrir fue armónico, plenamente fraterno.
El trayecto de vuelta no bastó para asimilar lo vivido. El río junto al que tecleamos aún no nos canta todas las revelaciones. Sólo esbozamos sensaciones aún desordenadas. Venimos tan llenos de Can Cases, que aún no sabemos de qué…, de experiencias, aprendizajes, testimonios, sobre todo de instantes de mágica comunión. Hemos tenido en suerte participar de esa fraternidad de seres que arriesgan y apuestan, que reconstruyen con sus manos de callos, que hilan sobre sus piernas cestos y bolsos y así apuntalan su independencia y así no se venden a nada, ni a nadie y así sacan para gasolina para volver a sus Alpujarra o a sus Pirineos; gentes de todas las geografías de Iberia que tejen aquí y allí el otro mundo posible. Venimos llenos y convencidos de que sí es posible, de que en tantos lugares lo están intentando; persuadidos de que podemos errar y caer las mil y un veces, pero que no hay otro camino que no sea en unión con la Tierra, nuestra Madre, en unión entre nosotros sus hijos e hijas.
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