Camino las calles de mi ciudad en medio de este otoño dulce por fuera, amargo por dentro. Agradezco esta balsa por nombre Euskadi. Agradezco a los líderes que nos han llevado hasta esta calma orilla que antes ni siquiera soñáramos. Cataluña nos ha enseñado que para ir más lejos hay que ir más juntos, es preciso más consenso. Esta vez la gresca es en el otro extremo, donde muere el Ebro, por más que quisiéramos que no lo fuera en ninguna parte.
No nos inmutaremos ante los tambores que quieren movilizarnos para nuevas batallas. Quedan definitivamente atrás. “Gure esku dago”, sí en nuestras manos está ir “más lejos”, pero también parar aquí, en seco, en esta estación florida que otrora jamás disfrutáramos; en seco aquí donde se derrumbaron las barricadas, donde nuestra integración y convivencia se han fortalecido tanto.