Sólo preparamos el día en que veamos partir a nuestros seres queridos con naturalidad, sin desgarramientos. No pretendemos frenar la lágrima que brota de los ojos mojados. Tiene todo el derecho de deslizarse mejilla abajo. Sólo presentamos argumento para contribuir a deshacer la angustia que pudo haberla empujado. En el futuro nuestra identificación con el alma o núcleo inmortal irá disipando el temor a la muerte; la conciencia de la inmortalidad de el alma nos reconciliará con ese sólo aparente ocaso.