
“Podemos” se desangra y Lula da Silva es acusado de corrupción. Todavía me acuerdo de la alegría de cuando aquel tornero se hizo presidente de un Brasil poderoso y emprendió su cruzada contra el hambre… Temprano se arrugaron las rosas y sus revoluciones. Pareciera que los iconos se hubieran puesto de acuerdo para declinar. Quizás esa caída era necesaria para terminar de enterrar la ideología y rescatar al humano y los valores de pureza y entrega. La culpa es nuestra y de cuando empezamos a correr detrás de las banderas rojas y moradas. La culpa es nuestra y de la sobrecarga de esperanza que depositamos en quienes revolucionan fuera, pero no se deciden a hacerlo por dentro.
“Podemos” alberga mucha gente con ideales puros, pero su liderazgo deberá bajar las espadas, dejar de confrontar y comenzar a sumar y construir, de lo contrario al abrir las siguientes y quizás prontas urnas, puede haber sorpresas. Podemos apoyar a “Podemos”, pero los morados habrán de dar luz verde al gobierno de progreso. “Podemos” no puede, con su abstención impedir que las cosas cambien.
A veces el camino se hace largo y buscamos atajos. Sin embargo no han tardado en llegar las señales de que, en alguna medida, erramos. Pongamos un término a cierta candidez que nos ha acompañado. No nos vuelvan a despistar los señuelos. “Podemos” dejarnos seducir por las fugaces estrellas, pero deberemos anclarnos más en el sol de adentro.