Podía haber ido hacia el redoble y sin embargo un suave y tranquilo tren me lleva en dirección contraria. No echo en falta la tamborrada, prefiero este viaje colmado de paz hasta el otro extremo de la península donde azotan todos los vientos. Hoy, 20 de Enero, prefiero este vagón vacío, al estruendo de la plaza. No sé que ha operado dentro. ¿Por qué Sarriegi y su tambores tañen tan lejos? ¿Por qué no echo en falta la ciudad en plena algarabía? Yo creo que la ciudad va por dentro sin necesidad de pisarla. Yo creo que la tamborrada suena en el interior sin necesidad de correr hasta la Parte Vieja. Sí, en realidad todo eso, la ciudad, la fiesta, los tambores…, es entrañable, pero a la vez es una parte vieja y es preciso hacer sitio a lo nuevo. Es precio nacer de nuevo y no sé si Sarriegi me lo permitiría; no sé si lo conseguiría si vuelvo a llenar mis oídos, mi memoria, con sus melodías cargadas de tantos ecos.
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