Dice el Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov: “La belleza es como un rayo de luz que sólo aparece con todo su esplendor cuando atraviesa un medio perfectamente transparente. En un medio opaco el rayo se desvía y se deforma. Por esa razón el artista habrá de realizar un trabajo sobre sí mismo antes de crear, transformándose en una materia tan transparente y vibrante que pueda ser atravesada por la belleza divina.”
El artista tendría así por cometido buscar las formas que más se semejen a la belleza ideal y de esa forma contribuir a elevar a la humanidad. Al contemplar las obras maestras de un artista inspirado podemos vivir y sentir lo que ese creador ha vivido. Nos introduce en las regiones que él ha contemplado. Sólo el arte iluminado puede conmover a los humanos, despertarlos a la nueva vida, catapultarlos a un nivel superior de conciencia.