La verdad siempre acaba llegando a los lomos cansados del tiempo. Conviene hacerle paso, abrazarla cuando llega con toda su desconcertante claridad, jamás escamotearla. Conviene incorporar al acervo colectivo la nueva luz sobre nuestra historia que va aflorando, por más que esa luz a menudo nos resulte incómoda. Sólo afrontando nuestras más duras verdades, sólo tras los imprescindibles ejercicios de catarsis alcanzaremos a conocer un poco más nuestra alma colectiva y nos situaremos en mejores condiciones para enfocar más adecuadamente el futuro.
La información hasta ahora dudosa, sale a la luz con toda nitidez. Las investigaciones del hispanista británico Julius Ruiz sobre algunos de los fusilamientos de presos políticos en el Madrid republicano, son ahora reveladas en el libro “Paracuellos. Una verdad incómoda”. Su larga y concienzuda exploración concluye que entre el 7 de noviembre y el 3 de diciembre de 1936, unos 2.500 presos, sospechosos de ser simpatizantes de los militares rebeldes, fueron asesinados en la mencionada localidad madrileña. Había que defender la República y sus conquistas, aunque ello supusiera la eliminación física de los “quintacolumnistas”, militares rebeldes y demás significativas personas afectas al alzamiento. Había que ganar la guerra, no necesariamente la ética. Había que derrotar al fascismo y esa era la consigna a la que todo se supeditaba. Sigue leyendo