Los negociadores están alcanzando el acuerdo y no podemos por menos que alegrarnos. Está llegando el punto de equilibrio entre solidaridad y responsabilidad y ello nos satisface. Se impone la cordura, el medio equidistante en el controvertido tema de la crisis griega. La Unión Europea comienza a superar uno de sus momentos más difíciles. Ya no peligra la permanencia en su seno del país que dio vida a la primera democracia planetaria. Fue allá en la antigüedad, cuando la inmensa mayoría de la humanidad estaba aún sumergida en la barbarie…
La UE ha protegido ese pueblo, ese legado. No lanzó dardo alguno al talón del héroe de la guerra de Troya, que bien podría simbolizar esta nación madre de nuestra civilización. Todo apunta a que el mítico guerrero griego cojeaba ya antes de entrar en esa larga batalla diplomática. ¿De dónde le vino la flecha a Aquiles? Entonces y ahora nuestra mirada habrá de estar siempre puesta en quienes se encuentran en situación más delicada, pero a la vez será preciso discernir el origen del padecimiento, será necesario remontar el mundo de las causas que lo originaron. Prima siempre la solidaridad, principio universal incuestionable; será preciso ejercerla, siempre que la necesidad salga al paso, pero a la vez evitar caer también en los fáciles brazos del victimismo.