Lo siento, no tiro cohetes al aire. He visto a un político con un mínimo de coherencia presentar su dimisión al no prosperar la ley en la que se había empeñado. Es cierto que Alberto Gallardón se había enrocado en exceso, pero también que ahora viene de testimoniar un cierto desapego del poder que le honra. Sé que no es popular señalar esto, pero uno escribe al dictado de dentro, no al albur de lo que predomina fuera.Hubiera preferido en verdad la dimisión del ministro que defiende con dientes la agroindustria, o la del que en nada contribuye a que la paz se consolide en el País Vasco, o la del que promueve las corridas de toros, o la del que está cargado de acciones de la industria armamentística… Todo es más complicado de lo que a primera vista semeja. He de reconocer cierta valentía en un hombre que deja la política al no aprobarse lo que en conciencia él proponía. |
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