No es musgo, es húmedo, salvaje, preciado envoltorio. No son ruinas, son legado. Recoger la herramienta, tomar relevo, continuar la Obra. Sumar sudor al sudor. ¿Será entre las piedras antiguas de O Couso que tomamos más precisa noción del Divino Plan, de la Sagrada Trama? Esos muros gigantes parecían preparados para los vientos venideros, para las tormentas que los compañeros ni siquiera imaginaron. No construyeron para ellos, levantaron para el futuro. Herramienta en mano debieron intuir nuestros pasos, apreciar nuestro anhelo.
Acariciar la piedra es volcar de una la memoria, traer sus “gigas” al instante. No concebimos presente que no honre el legado, en cualquiera de sus formas y manifestaciones, de quienes nos precedieron. Nunca se acaba el reemplazo. ¿No será ese Plan que nos desborda, sino una conciencia del relevo? Es al obviar la firma cuando en verdad ensanchamos la Creación, contribuimos a Su infinita Gloria.