Hay cuestiones que, por su controversia y a la vez trascendencia, requieren ser abordadas de una forma distante, a la vez que desnuda; a poder ser fuera del tiempo y el entorno cultural de quien opina. Será necesario intentar trascender las circunstancias que rodean al criterio y que impiden atender el tema de forma debida, objetiva y serena. El polémico asunto del aborto, cuya legislación acaba de ser modificada en España, poco debería tener que ver con la liza ideológica o religiosa.
El ser humano en su desarrollo va adquiriendo un creciente compromiso con la vida en toda su extensión, ya adquiera ésta cualquiera de sus formas: mineral, vegetal, animal o humana. Más allá de lo que se clame desde las trincheras de uno u otro signo, la persona ha de encarar en algún momento el misterio de la vida. Esa exploración del Misterio siempre comportará una responsabilidad añadida. Nadie sale indemne de esa tentativa. A partir de ahí, la esfera de nuestro abrazo está destinada indefectiblemente a ensancharse. Nos debemos al cuidado de la planta, del animal y por supuesto también del humano, en todas su condiciones y fases de desarrollo. Más conciencia equivale por lo tanto a más compromiso, pero no a una espada blandida con añadida fuerza, sino a un amor susurrado con más delicadeza y convencimiento en el momento y lugar oportunos.